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miércoles, 11 de mayo de 2011

TU RECUERDOS ME ALCANZARON EN ESTE ATARDECER





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En este blog usted encontrará escritos de Guillermo Carvajal Alvarado, aquí presentó la parte lietraria a la he dedicado parte de mi vida. Son obseervaciones anecdotas y narraciones aun no publicadas que deseo compartirlas con ustedes estimad@os lector@s.

TU RECUERDOS ME ALCANZARON EN ESTE ATARDECER

Guillermo Carvajal Alvarado

La tarde se iba cansando, se le veía ir buscando el poniente donde se guarece en la noche en sus habitaciones privadas, siempre cerca del Océano Pacífico. El sol cedió su luminosidad ante los primeros rayos plateados que nos anunciaron la presencia de un círculo blancuzco y perfectamente redondo en la bóveda del cielo. Al del círculo perfectamente esférico las aves jugueteaban a su alrededor.

Mientras tanto tú tranquila observabas la espuma blanca que se forma al reventar las olas contra las rocas y entonces
pronunciaste las palabras que aun resuenan en mis oídos: Dijiste miro un momento especial. Y pregunté entonces ¿Y por qué es un momento especial? Tu sonreíste se marcó perfectamente tu camanance en tu rostro y dijiste con una serenidad pasmosa: " Porque la vida es especial y especial porque estamos hoy aquí entre la luna, el mar, las olas, las rocas y la espuma. Y porque somos como golondrinas en busca de la inmensidad de la luna en este hermoso paisaje mirando la luna."

La tarde se notaba cansada, los rayos de sol eran menos intensos. Allá por el poniente junto las montañas que se hunden en el mar el astro rey empezaban a esconderse detrás de las nubes. Entonces entre las nubes, el mar y los últimos rayos de sol un semicírculo multicolor se pintó en el celaje, un arco iris se dejó entrever en la lejanía sonreíste y puede apreciar la belleza de tu rostro y la luna reflejada en tos ojazos color miel.

La tarde estaba cansada empero sabía le esperaba un nuevo amanecer, esos que con sus jóvenes rayos opacarían el cansancio de un largo recorrido por todo el orbe. Y la noche nos anunciaba que en la oscuridad las montañas fogosas se juntarían con la montaña y el mar e iniciarían los juegos para esconderse tras las nubes nuevamente al atardecer. La tarde cansada se junto con la jovialidad de un amanecer y tú recostada en mi hombre te dormiste como una dócil paloma contemplando la bóveda del cielo.